martes, 4 de noviembre de 2014

Articulo del Comunero Arnaldo Guedez

Producción agroalimentaria en Venezuela, una cuestión difícil. Por Arnaldo Guédez Historiador y Profesor Universitario. Siempre o casi siempre hemos tratado de darle un sentido educativo a lo que escribimos, con la intención de alejarnos de la crítica malsana que poco contribuye a la solución de los problemas, y así dejar una enseñanza en lo que se hace, como diría Julio Escalona: la crítica pedagógica. Pero cuando se asume el problema de la producción de alimentos, conjuntamente con los consejos campesinos y desde la novísima iniciativa de las aulas campesinas y la Red Nacional de Comuner@s, es difícil escribir nuestras experiencias sin que las mismas nos dejen un sinsabor de amarguras al hacerlo. Son muchas las dificultades que se van presentando en el proceso de lograr la mecanización de algunas hectáreas de terrenos para un colectivo, como lo son las aulas campesinas de la Universidad Campesina Argimiro Gabaldón. Esto constituye un reto que conlleva además, la consecución de un predio dónde hacerlo, luego el problema de los insumos, y en este respecto hay que reconocer, que por lo menos en nuestro caso, Agropatria si los suministró a tiempo, aunque no suceda así con la generalidad. Digamos que hasta allí el problema anduvo un poco bien, después de las dificultades que implicó la siembra en un periodo de pocas precipitaciones en el país, se logra cultivar el cereal de maíz con mucho esfuerzo, quizás no con el rendimiento por nosotros esperado debido a la gran sequía que azotó al país, pero con una producción nada despreciable, si tomamos en cuenta los elementos adversos y los problemas climáticos que han afectado nuestro planeta en general, sumado al desgaste de los suelos en la zona de cultivo producto del mal uso que los mismos han tenido durante décadas. Posteriormente viene el problema de la cosecha, el campesino carece de los recursos necesarios para que este proceso sea exitoso, la maquinaria agrícola es insuficiente y las que posee el Estado se encuentran en condiciones que dejan mucho que desear, las unidades en las que se transporta la cosecha son casi inexistentes, por ello se cae casi siempre en manos de los intermediarios y especuladores, debiéndose a esto el encarecimiento de los rubros de producción agrícola. Hay que hacer verdaderos milagros para no perder una cantidad considerable de alimentos en momentos donde producto de la guerra económica, perder tan sólo un grano de maíz es una cuestión terrible. Pero hay elementos en este proceso de cosecha, que conspiran con el logro de la soberanía agroalimentaria. La siembra en términos de producir fue una experiencia exitosa, más aún si consideramos que lo hicimos en un lugar emblemático para la Revolución, como lo es el “Valle del Turbio”, rescatado por el Comandante Chávez a las mafias terrófagas que apostaban a transformar estas tierras de vocación agrícola en espacios para la construcción de urbanismos sin control, con la única finalidad de obtener ganancias exorbitantes mediante el negocio inmobiliario. Las organizaciones como la Red Nacional de Comuner@s respondieron al llamado de la revolución junto con los campesinos de la comunidad de Mayal y la Universidad Campesina de Venezuela Argimiro Gabaldón, y entre todos pusimos a producir las tierras dando cumpliendo con lo establecido en la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario y otros instrumentos que nos ha dado la Revolución Bolivariana. Esta experiencia nos muestra las vicisitudes que tiene la vida campesina, luego de la siembra, en el tiempo de la cosecha y el posterior es clave tener las maquinarias básicas, así como contar con los equipos adecuados para el traslado, es decir, el transporte a tiempo es fundamental, alguna falla en este proceso implica la pérdida de miles de kilogramos de alimentos destinados al consumo humano. Es una situación que realmente debe preocuparnos a todos los que de alguna manera hacemos vida campesina, y no basta con la preocupación, es necesario que nos ocupemos en función de desarrollar las acciones  conducentes a resolver los nudos críticos de los ciclos de cosecha y post cosecha, los cuales de acuerdo a nuestra propia experiencia y a las narradas por los campesinos se vuelven realmente un proceso traumático, cuando por el contrario, debería ser el momento más sublime de la agricultura en el que se ve logrado el sueño de la producción de alimentos. No vamos a mencionar en este articulo las instituciones responsables de esta situación, pero sí recomendamos desde nuestros espacios que se lleve a cabo un proceso de revisión para rectificar la manera en que enfrentamos la problemática, y seguros estamos de que si tenemos más confianza en nuestros campesinos y menos en la burocracia que se ha enquistado en las estructuras del Estado, lograremos un mayor rendimiento en la producción agrícola de Venezuela.

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